Las constelaciones familiares son una herramienta terapéutica para poner luz a prácticamente  cualquier tipo de conflicto o dificultad que una persona pueda tener, además de asuntos familiares. Ya sean conflictos externos, es decir, en relación con otras personas como internos, con partes de una misma.

A veces el nombre de esta herramienta puede confundir. En su origen alemán significa "posicionamiento familiar" que tiene mucho más sentido, ya que se trata de ordenar el sistema familiar.

​​

​

Piezas de un mismo sistema

 

A las constelaciones también se les suele llamar sistémicas. Para mí es una mejor descripción, ya que toda la existencia está formada por sistemas: el universo, nuestro querido planeta, el cuerpo humano, la familia o la propia psique.

​

Cada sistema está formado por muchas piezas diferentes y cada una debería ocupar el lugar concreto que le corresponde. Pero a menudo no es así. Los sistemas están en constante movimiento y cuando están desordenados, aparece el malestar. 

​

Las constelaciones sirven para volver a ordenarlo. Por poner un ejemplo: suelo trabajar con personas que tienen dificultades para establecer relaciones duraderas. Siempre falla algo. El patrón se repite, lo que cambia, es la pareja. Durante la constelación podemos dar con el posible origen de esa dificultad, que a menudo se halla en otra generación anterior, en alguna creencia limitante que se ha formado y se ha pasado de generación en generación. Una constelación es la representación de una imagen interna en la cual aparecen aspectos del  inconsciente. A lo largo de la sesión, la configuración se va transformando hacia una imagen mejor. La persona siente el cambio, en vez de  procesarlo racionalmente, y al producirse en el interior de la persona, el proceso toma mucha fuerza.

 

​

​

​

 

Solo se puede sanar lo que se puede mirar,

y la constelación abre la mirada

para así poder ver más claro.

​